jueves, 3 de septiembre de 2009

Muchos BESOS


Hace dos meses, como ya he comentado en anteriores post, estuve una temporada en Madrid visitando el festival de Photoespaña.
En una de mis visitas a las diferentes galerías y sedes oficiales, mientras caminaba por las calles de la ciudad, me llamó la atención un puesto en una esquina de la calle de un señor de unos sesenta años. El puesto se conformaba de un mantel gris en la que se situaban un buen puñado de fotografías antiguas. Las tenía colocadas en montoncitos, unas con marcos de cartulina blanca, otras protegidas por plásticos y otras sueltas. Me senté, y con toda mi paciencia del mundo me dispuse a coger montoncito por montoncito para ir viendo las instantáneas. Mientras me ponía a verlas el señor se empeñaba en enseñarme las fotografías que "estéticamente" estaban mejor presentadas (las que él creía que serían más atractivas para vender), como la de un muchacho vestido de marino enmarcado en cartulina blanca. Yo seguía pasando imágenes y finalmente me quedé con aquellas tres que más llamaron mi atención. (Para los curiosos, el señor me las vendió a dos euros cada una).

La primera de ellas se trata de una fotografía en blanco y negro, de una señora que calculo tendría unos cincuenta y largos años, enfrente de un monumento en Madrid, un tal Eloy Gonzalo es el protagonista del mismo. La fotografía está realizada a contraluz, de forma que el sol está situado justo detrás de la escultura. Lo que me hizo "apropiarme" de la imagen de esta señora que no conozco es el simple detalle de que no mira a la cámara. Normalmente en este tipo de fotografías, en las que posamos ante un monumento, siempre miramos a la cámara y sonreímos para decir algo como "estuve aquí". Sin embargo es enigmática su mirada, no expresa un despiste de "no estaba mirando, repítela otra vez", sino que es una mirada perdida y una expresión personal y muy propia de esta mujer. Puede parecer una estupidez decidirse a comprar una fotografía de alguien a quien no conocemos, simplemente porque el sujeto no mire a la cámara, pero creo que es interesante el propio acto de "adoptar" la imagen de alguien que quizás ya no exista, porque nos ha comunicado algo a través de ese simple acto del "no mirar".

La siguiente imagen se trata de una polaroid en color, que según datos de la misma nos habla del Septiembre de 1967. Un dato escrito a bolígrafo azul en la parte superior de la misma nos dice que la imagen está realizada en Alicante. Una muchacha joven, como de unos 23 años aparece en la izquierda, una señora de unos 65 en medio y a la derecha una mujer de unos 40. Parece claro que es una imagen familiar de una agradable tarde de verano, sólo eso. Y es sólo eso, es cierto, ¿qué tiene de especial?, otra vez entran en juego varios elementos, como la fecha y más significativamente el escrito en bolígrafo azul. No querían olvidar el lugar de esa fotografía. ¿Y qué ha hecho que esta imagen ahora esté entre mis manos?, ¿acaso podría imaginarse que esa polaroid estaría ahora, en 2009, en la casa de una estudiante de fotografía en Canarias?, son reflexiones muy simples, pero son las que son, no hay más, es el acto de hablar sobre el poder "rotativo" y objetual de la fotografía, de su transgresión, de su perdurabilidad al paso del tiempo.

Por último me decidí por otra imagen en blanco y negro. Ésta es la más interesante para mí por varias razones. Se trata de un niño de unos 7 años apoyado en una superficie o pared blanca. Tiene una mano tras su espalda y otra suelta. Jersey blanco y pantalón corto del mismo color. Corte de pelo recto por delante, a modo de flecos, mira a la cámara pero con los ojos semicerrados, como intentando enfocar, tiene una expresión también un tanto enigmática, como la señora de la primera fotografía comentada. Lo mejor de esta imagen son unas palabras escritas a tinta negra, con letra curva hacia delante que se encuentran tras el papel fotográfico:

"Muchos BESOS"

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