Me gustaría ofrecer una reflexión en torno a dos temas que me interesan muchísimo que son la fotografía y el vídeo, y a mis impresiones en torno a sus utilizaciones como terapia.
Me ha llamado mucho la atención estos dos sistemas como utilización en el arteterapia, pues son medios que existen desde hace relativamente poco tiempo con respecto a otras disciplinas como el dibujo, la pintura o la escultura.
Creo que la fototerapia es una de las estrategias terapéuticas más interesantes para nuestro tiempo debido a su alusión a la vida contemporánea por su acercamiento a lo cotidiano, a nuestro día a día, y a la que es sin duda el medio más representativo de nuestro tiempo.
La fotografía obliga a ofrecer una mirada crítica, es decir, a seleccionar aquello de la realidad que nos interesa. Creo que en una sesión de fototerapia sería muy interesante observar qué es lo que no se fotografía, qué es lo que se deja fuera del encuadre, casi más que lo que se intenta atrapar.
Aquí recurro al acto fotográfico como un recibir el mundo. La fotografía obliga a recibir el mundo, por lo que creo que tiene grandes potencias de socialización y exteriorización, pues no sólo te obliga a recibir el mundo, sino a recibir a sus habitantes, a relacionarte con ellos.
Además de eso la fotografía también obliga a autocuestionarse, a enfrentarse con el sí mismo, a percibirnos desde fuera, es decir, desde el papel de el otro, es ponerse en el lugar del otro. Al crear imágenes, nos creamos a nosotros mismos.
La fotografía ayuda al terapeuta (la fotografía como registro documental para la observación de enfermos mentales) y al enfermo (la fotografía como asimilación del yo y del mundo), de forma que es un medio muy rico en sus posibilidades gracias a sus características objetivas.
También me interesa la fotografía como memoria, su capacidad de persistir cronológicamente, y sobre todo, su capacidad de trasladarnos a la ficción (creo que el pasado es ficción, pues sólo existe en nuestra mente), por lo que creo que tiene grandes facultades terapéuticas para despertar la memoria y el recuerdo.
En cuanto a la videoterapia, creo que también contiene potencia y fuerza, pues el individuo no sólo se percibe en un instante, en un momento en el espacio, sino que es capaz de percibirse también en el tiempo, ser capaz de percibir sus gestos y posturas de manera continuada. Además de todo eso nos permite escucharnos, reconocernos en esa voz, por lo que acrecienta nuestro acercamiento a la realidad, una mirada aún más completa de lo que significa ser.
Creo que estas estrategias terapéuticas son ricas y potentes si se utilizan con los enfermos adecuados, creo que es una buena manera de observar el mundo, sobre todo si se está encerrado en sí mismo, obliga a interpretar lo que está fuera de nosotros y de cómo lo vemos.
Nazaret Umpiérrez del Río
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